Mi hermana Cris se casa

¡¡¡Qué emoción cuando tu hermana te dice que se casa!!! 

Son indescriptibles las emociones que sentí en aquel momento como hermana pequeña. Fue un subidón tanto para nosotras, las hermanas, como para nuestro padre y en definitiva para toda la familia. Nuestras cabezas iban a estar bastante ocupadas pensando en todos los preparativos, el vestido, la decoración, las flores, etc.

En septiembre de 2015 empezaba la gran aventura de mi hermana Cris, la de mi cuñado Imanol, y la nuestra propia. Ambos nos hicieron partícipes desde el minuto uno y tuvimos muy claro que iba a ser un día muy bonito por todo, pero sobretodo especial porque quien siempre había soñado con vernos llegar al altar no iba a estar. Aunque tengo, tenemos, muy muy claro que estuvo, yo diría, más presente que nunca.

Lo primero y más importante, fue escoger la fecha. Tanto mi hermana como mi cuñado, sabían que no querían que fuese en época de calor pero tampoco en época de frío. Así que, al tener esto bastante claro, barajaron los meses de septiembre, octubre e incluso noviembre. Finalmente, la fecha elegida fue el 1 de octubre de 2016.

Una vez, elegida la fecha, llegó la elección de la Iglesia y el lugar de celebración. Parece fácil, pero es complicado encajar las fechas con los lugares elegidos para celebrar la ceremonia y el convite. Son muchas las parejas las que se casan y las reservas se hacen siempre con bastante antelación. Normalmente suelen ser de un año, año y medio antes del enlace.
Del tema de la Iglésia se encargó mi hermana. Ella siempre había soñado con casarse en la Iglésia de Santa María Reina, en Barcelona. Un lugar precioso y especial para la familia.
Lo del sitio de la celebración ya fue cosa de los dos. Ambos tuvieron claro que querían que tuviese cercanía con Barcelona puesto que todos los invitados venían de la ciudad y alrededores. Después de haber visitado y haber visto unas cuantas masías y otros sitios en Barcelona, se decantaron por La Torre dels Lleons, en Esplugues, y relativamente cerca de la Iglésia. Para mi gusto, la elección no pudo ser mejor. 






A partir de aquí y con estas dos cosas cerradas, empezaba la gran aventura. Encontrar el vestido de novia con el que siempre había soñado. Al principio fue un poco locura. Hay novias que tienen muy claro como quieren que sea su vestido de novia, pero mi hermana no sabía ni por donde empezar. Aunque algo sí tenía claro y es que sabía lo que no le gustaba. Recuerdo que visitamos el atelier de Cortana y también el de Laure de Sagazan, pero los diseños no terminaban de convencer a Cris. Ella quería algo fresco, un vestido cómodo con el que poder moverse y bailar toda la noche, y sobretodo que fuese de manga larga pero que a la vez fuese un diseño único. Había visto varios diseñadores  pero ninguno le convencía hasta que descubrió a Marta Martí. Se decidió y pidió cita. Allí nos plantamos las 3 hermanas. Para ella era muy importante que la acompañásemos y por supuesto, a nosotras, no podía hacernos más ilusión.

"Lo bueno de Marta es la confianza que me transmitió desde el primer día. Recuerdo que me probé algún vestido y que ella y su modista iban dándome opciones de como podía ser mi vestido. Enseguida lo tuve claro y supe que Marta Martí firmaría mi vestido de novia".


Diseños de Laure de Sagazan


Diseños de Cortana


Diseños de Marta Martí

La pedida fue a mediados de septiembre. Pues, cuando teníamos todos la boda en la mente, llegó el SÚPER BOMBAZO que casi nos mata a todos de la alegría (y del casi disgusto). Nuestra hermana Victoria, nos informaba el 16 de febrero que estaba embarazada y que salía de cuentas el día 29 de septiembre!!!! Como os imaginaréis la alegría fue grandísima y nos llenó de felicidad a todos, de verdad que lo necesitábamos mucho. Hablaba de casi disgusto, porque la fecha de la boda ya estaba cerrada y pensar que nuestra hermana mayor no podría estar en el gran día era algo inimaginable...  Tanto mi hermana como mi cuñado pensaron en cambiar la fecha, pero ya con la Iglesia y el lugar de la celebración contratado iba a ser muy difícil cuadrar otro día. Así que, a toda la familia como buenos creyentes que somos, no nos quedó más remedio que dedicar, los 7-8 meses que quedaban hasta la boda y el nacimiento, que rezar y pedir por que el pequeño o pequeña que venía naciese después del día 1. 

Fueron pasando los meses, las pruebas del vestido, la elección del menú, las flores, supimos que íbamos a ser tías de un niño... La verdad que todo pasó muy rápido, pero vivimos cada momento con mucha emoción y con muchas ganas. Debo contar también que, nuestra hermana Victoria es arquitecta técnica y, además, una gran apasionada de la decoración, así que tuvo claro que todo lo que pudiese aportar hecho a mano, lo haría, y nosotras aportaríamos nuestro granito de arena. Hubo más de un día de cortar letras, pegarlas, de preparar cableado, de pintar y preparar carteles... en definitiva, todo lo que pudimos hacer nosotras, lo hicimos. Se acercaba la fecha y de momento, todo iba viento en popa y el pequeño Max, de momento, no había nacido.

Y así, llegamos al gran día. 



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