La boda de Bea y David con sabor canario

La historia de Bea y David comenzó en el hospital.

Ella es enfermera y él auxiliar y así empezó su romance. Estuvieron saliendo durante 4 años hasta que David se animó a pedirle que se casara con él.

Todo comenzó un 6 de enero. Bea se estaba preparando y tras una rápida ducha encontró un papel que ponía: "Aun no han terminado las sorpresas, queda una que encontrarás en el árbol de Navidad". Extrañada e inquieta le preguntó a David y él no hacía otra cosa más que reirse y le decía que siguiese las pistas.

Dentro de una bolita de navidad encontró otro papel que decía que la próxima pista se encontraba en el sofá, la siguiente en la bici, y así fue descubriendo pistas por toda la casa.
La última pista la llevó de nuevo al salón y ahí estaba él, con su pijama, arrodillado y con una cajita que contenía el anillo. Ante la petición, Bea no pudo dejar de llorar.

"Así fue nuestra pedida. Diferente, relajada natural y muy nosotros".



Para la ceremonia civil, el banquete y la fiesta escogieron la Finca Punta del Lomo al sur de Tenerife. A los dos les gustaba la idea de casarse entre plataneros y no querían que los invitados cogiesen el coche, sino que solo se dedicasen a disfrutar. 

"La finca es una maravilla. Es muy verde, cuenta con un invernadero bastante grande, lo que nos permitió celebrar la ceremonia y el cóctel rodeados de vegetación". 



Otro punto a favor para los novios fueron las casitas de piedra con las que cuenta la finca. En una se vistieron y se prepararon las chicas de la familia y en otra los chicos. 

El vestido de Bea fue un tema que la llevó un poco de cabeza. Ella siempre había tenido en mente lo que quería pero en ningún sitio conseguía dar con ello. Se imaginaba un vestido bohemio con el que se sintiera cómoda y sobretodo ella misma. 

"El día que lo encontré salté de alegría y lo tuve claro". 

Escogió un diseño de Rosa Clará de alta costura y compuesto por dos piezas repleto de encaje. Toda una obra de arte muy delicado que le regalaron sus padres.
Era muy ligero pero a la vez tenía mucho cuerpo en la falda ya que tiene varias capas de diferentes telas y encajes.


En cuanto a los zapatos, lo tuvo claro y se decantó por unas alpargatas de Castañer en tono crudo con lazada en el tobillo. Se las regaló una de sus mejores amigas que además, se desplazaron hasta Madrid para hacerse con ellas.


Los pendientes fueron regalo de su abuela. Tenían un aire vintage que le robaron el corazón. 

"Los anillos de ambos tienen una historia preciosa. Fueron creados a partir de las alianzas de nuestras familias. El de David con el oro de la primera alianza de sus padres y la mía con el oro de mi madre y mi abuela. En un taller crearon las alianzas y nos parecía una idea muy bonita". 

El maquillaje y la peluquería fue a cargo de Juan Castañeda. Se desplazó hasta la finca para maquillar a Bea y a las chicas de la familia. Para la ceremonia optó por llevar el pelo recogido en una trenza y para la cena y la posterior fiesta decidió hacerse un semi recogido. 


By Loleiro se encargó de hacer magia. Llevó el velo incorporado en la pamela y amarrado con una lazada a un lado de la cabeza.

"La joya de la corona fue la pamela que lucí en la ceremonia. Es una pieza de colección de una sombrería andaluza afincada en Tenerife".


Para el banquete se cambió el tocado y optó por llevar una diadema de peonías hecha de plumas con la que pudo bailar sin parar toda la noche.


El ramo lo diseñó Rómulo Leal. Bea solo le explicó que quería rosas de pitiminí y él se encargó del resto.



David escogió un traje de la firma cordobesa Silbon al igual que la corbata y los zapatos.
Como complementos llevó unos gemelos que le había regalado su abuelo fallecido un año antes de la boda y al que consiguió de este modo sentirlo un poco más cerca. También llevó un reloj de Daniel Wellington, negro con la esfera blanca.






Bea llegó a la ceremonia en un escarabajo antiguo. Allí la esperaba un emocionado David. Durante la ceremonia estuvieron rodeados de sus familiares y amigos más cercanos que además alguno de ellos les dedicó unas bonitas palabras.















La comida y la posterior fiesta tuvieron lugar en un patio rodeado de árboles. Contaba con una pequeña carpa de madera, donde se colocó el Dj y la barra libre.

"Quisimos tener una boda de día y al aire libre y esta finca era perfecta por la cantidad de espacios descubiertos y por la bonita vegetación que la rodea". 

De la decoración de la finca, al igual que de la creación del ramo de Bea se encargó Rómulo Leal. La finca pedía algo fresco, así que le dieron un  punto cubano al cóctel.
Querían materiales naturales como rafia o madera. Mezclar frutas y verduras, mesas sin manteles así que se pusieron manos a la obra con ello.
Para el cóctel se inspiraron en un mercado, estaciones con toldos, cestas con verduras, bañera con cervezas...









Contaron con photocall. Era una pared verde llena de vegetación con sus nombres tallados sobre la madera y muchas velas que encendieron cuando se hizo de noche.


Quisieron tener un detalle para los invitados. Para ellas diseñaron un tote bag en color crudo con el estampado en dorado. Llevaba impreso una platanera con sus iniciales.
Para ellos escogieron pajaritas de varios diseños, algunas eran personalizadas.



Además, les regalaron unos ramos de flores a sus padres y a sus tíos en recuerdo de los abuelos que no estaban. Bea tenía claro que su ramo tenía que ser para su madre, y así fue.







Otro detalle, fue la creación de los nombres de todos los invitados con madera. Los pudieron encontrar durante la cena en sus sitios.


El baile lo abrieron al ritmo de Si tu no bailas conmigo de Juan Luís Guerra.

"El momento del baile fue genial, ensayamos solo una tarde a dos días de la boda con mi antigua profesora de baile, una cubana que lleva el ritmo en la sangre y de verdad que fue una explosión de felicidad ver como todos se animaban y bailaban a nuestro lado sin perderse detalle del momento". 





Bien entrada la noche, nadie podía quedarse con hambre así que Rómulo se encargó de hacer un M de McDonalds de madera y en ese rincón pudieron disfrutar de sus míticas hamburguesas, nuggets y patatas fritas para reponer fuerzas y seguir bailando.

Mi Lima Limón retrató todos los momentos de una forma preciosa sabiendo captar perfectamente los detalles únicos e irrepetibles de la boda.






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