La boda de invierno de Bea y Álvaro en Barcelona
Debo reconocer que las bodas covid están teniendo un componente de lo más especial y es que tanto los novios, como familia y amigos suelen estar especialmente sensibilizados con la situación en la que nos encontramos.
Hay parejas que se sienten felices de poder contar cómo fue su gran día y dar su testimonio con el fin de animar a todas aquellas que están dudando de si celebrar su boda o no.
Bea y Álvaro se casaron el pasado mes de diciembre y fue una decisión que tuvieron clara desde el primer momento en el que decidieron casarse. "Desde que empezó la pandemia dijimos que pasara lo que pasara, siempre y cuando nuestros padres pudieran estar con nosotros, nuestra fecha sería el 5 de diciembre. Así que el día fue lo único que no cambió, el resto de la boda sí, toda".
Su historia empezó en Granada aunque Bea es de Barcelona y Álvaro de Valencia.
Álvaro sorprendió a su chica la Nochevieja de 2019. "Se podría decir que ya era 1 de enero del 2020. Él mismo me lo quiso pedir ese día porque era lo primero que quería hacer para el nuevo año. La verdad que no me esperaba nada. Una anécdota graciosa fue que el día antes me llamaron mis peluqueras para decirme que me había tocado una manicura en un sorteo que habían hecho con las clientas habituales. Así que yo toda emocionada me fui a hacer las manos. En mi casa todos lo sabían porque Álvaro, junto a mis padres, lo habían planeado todo".
"La pedida fue un momento muy especial donde no faltó alguna que otra lagrimilla. Por supuesto, los primeros a los que llamamos fueron a nuestros padres y hermanos".
La pareja decidió celebrar una pedida con su familia más cercana. "La hicimos el 1 de agosto en mi casa de la Cerdaña en el Pirineo Catalán. Sufrimos bastante por el tema del covid, ya que la familia de Álvaro venía de lejos y todo era una incertidumbre. La verdad es que fue un día mágico porque no paré de recibir ramos de flores, y todo quedó precioso. Hicimos una cena en el jardín y al final de la velada, mis padres le regalaron a Álvaro un reloj y ellos a mí un anillo. Fue muy emotivo, sobre todo el discurso de Álvaro".
Planear una boda en plena pandemia ha sido algo complicado para ellos aunque nunca perdieron las ganas. "Siempre digo que fueron un auténtico sufrimiento los meses antes de la boda. Nuestras familias estaban nerviosas, el panorama sanitario iba a peor y la familia de Álvaro tenía que venir desde Valencia, Madrid y Sevilla".
Aun así, Bea recuerda que "el día de la boda fue muy especial. Conseguimos reunir a nuestros seres más queridos. Todo el mundo respetó las medidas de seguridad, las mascarillas, las distancias, la ausencia de fiesta y el toque de queda. Ahora que lo veo más en frío, fue el mejor día de mi vida. Nos sentimos muy queridos y arropados y además volveríamos a repetirlo todo tal y como fue".
"Nuestra mayor ilusión era casarnos por la iglesia, poder empezar una vida juntos".
Para el día de la boda Bea llevó una bata y un camisón que le regaló su madre para prepararse. Grup 4, sus peluqueras de toda la vida fueron las encargadas de peinarla. Tenía claro que quería ponerse en manos de alguien que conociese sus gustos a la perfección. "Quería un recogido bajo y llevar algo especial". Lució una diadema blanca de Moncollier Bcn. Se puso en manos, Anna, de Puig, para el maquillaje. "Desde el minuto uno me entendió. Tiene algo especial y es una superprofesional".
El vestido se lo hizo con Jordi Anguera.
"Lo escogí a él porque desde el primer momento tuve un feeling especial y fue el único de todos los sitios a los que fui que respetó mi sencillez. Yo quería algo clásico, sin adornos, y una capa. Enseguida captó lo que quería y me hizo el boceto superrápido. Además es una persona muy cercana y me sentí muy segura en sus manos. Es sincero y siempre te da su opinión en función de lo que te queda mejor y favorece a ti".
"Un detalle especial es que mi abuela, que también diseñaba trajes de novia, había trabajado con él y eso me encantó".
"Todo el proceso lo viví con emoción e intriga. Cada vez que me probaba veía cosas nuevas y no fue hasta el día de la boda que me vi vestida de novia sin mascarilla. En una de las últimas pruebas llevé a mi suegra. Me hacía muchísima ilusión que viera el vestido antes que todo el resto de gente".
Llevó unos pendientes que le regalaron sus padres. Un detalle muy especial para ella porque fueron los mismos que lució su madre cuando se casó. Además, sus cuñadas le regalaron un escapulario de madera que llevaba un lacito azul. "No llevé pulseras ni collares y en las manos llevé el anillo que me regaló Álvaro cuando me pidió que me casara con él de Suárez y el que me regalaron sus padres el día de la pedida".
Los zapatos los compró en Un Paso Más. Buscaba comodidad y sabía que con ellos la iba a encontrar.
Tanto el ramo como toda la decoración floral era de Singular Envit. "Bárbara fue quién nos atendió y desde la primera visita con ella nos entendimos a la perfección. Se supieron adaptar a todos los cambios de localización y quedó todo precioso. Al ser una boda de invierno quería que los colores que predominaran fuesen el verde, burdeos y blanco".
Además, le encargó a Begoña de Posdatalola una cinta de terciopelo burdeos con la medalla de la Virgen de los Desamparados para hacer un guiño a la familia de Álvaro que son de Valencia y "porque a ella le rezamos durante toda la preparación para que pasara lo que pasara pudiéramos, al menos, casarnos".
Por su parte, Álvaro escogió un chaqué de Scalpers, todo en color azul marino.
Llevó una corbata azul claro que le regaló su padre. Lució unos gemelos que le regalaron sus amigos cuando cumplió los 18 años, "de ahí los números que salen en ellos". El reloj que llevó fue el que le regalaron los padres de Bea el día de la pedida.
Los calcetines eran de pingüinos. "Les regaló a sus testigos un par para que los pudieran poner el día de la boda e ir iguales".
Contaron con niños de arras que iban vestidos de Marta Ussía. "De todo se encargó mi cuñada. Iban en línea con los colores de la boda, en tonos verdes, burdeos y blancos. Los chicos llevaban un pantalón verde con tirantes estampados de florecitas, blusa blanca y calcetín burdeos y las niñas llevaban un vestidito con faldón del mismo estampado que los tirantes y leotardos burdeos. Iban ideales".
"Entraron en tres tandas. Los dos primeros llevaban un cartel colgado que podía: "Tío Álvaro, lo hemos conseguido" y la cajita con las alianzas obra de Artista Lola. La segunda tanda iba una niña más mayor de la mano de los dos niños más peques y por último dos niñas de la mano que llevaban cada una un ramito de hojas verdes".
Fue una ceremonia religiosa celebrada en la iglesia de la Madre de Dios de la Bonanova. "Hasta una semana antes de la boda teníamos reservadas dos iglesias. La capilla de las Teresianas porque yo soy exalumana y la iglesia de la Bonanova. Finalmente y por temas de aforo y ventilación escogimos la segunda".
"La entrada en la iglesia fue muy emocionante. Reconozco que me emocioné al ver desde el pasillo a toda la gente que quería y al fondo del todo estaba él, mi futuro marido".
"El día de la boda desaparecieron todos mis nervios. Soy una persona, en general, muy nerviosa y controladora y los días antes no los recuerdo con especial emoción. Supongo que la situación y los cambios de última hora tampoco ayudaron".
La celebración fue en el Hotel Miramar de Barcelona. "Al igual que la iglesia, el banquete lo tuvimos que cambiar días antes. En un principio nos casábamos en una masía muy grande, pero con la limitación de aforo, toque de queda y demás nos acabamos decantando por el hotel y fue todo un acierto. Neus nos lo organizó todo en tiempo récord y sin ningún pero. Decidimos hacerlo allí porque logísticamente era muy cómodo para la familia y amigos de Álvaro".
"Principalmente lo hicimos por la comodidad de nuestros invitados y porque estaba en Barcelona ciudad, cosa que necesitábamos por los cierres perimetrales y porque nos permitían traer hasta 70 personas siempre y cuando estuviéramos sentados en mesas de 4 del tamaño de mesas de 12. Por eso Bárbara, de Singular Envit, me dijo que no me preocupara que ella rellenaría mucho los centros para que quedaran mesas muy llenas de verde".
Del seating plan se encargó la propia novia inspirándose en una foto que encontró en Instagram. "Utilicé una malla de gallinero y un carpintero me hizo el marco para luego poder pegar la malla y todos los tarjetones. El nombre de los invitados también lo escribí yo a mano y cada uno de los papeles estaban sobre un reborde burdeos y en una maderita el número de la mesa". De nuevo Singular Envit puso la decoración floral para hacer el corner de lo más especial.
Entraron al convite al ritmo de "Sweet Caroline Remix". Bea recuerda que fue un momentazo a pesar de la vergüenza que le daba. "Le dije a Álvaro que tenía que ser una canción muy cañera para animar a nuestros invitados. Ahora que ya ha pasado lo recuerdo como un momento espectacular. Al tener pocos invitados y muy cercanos nos ayudó mucho porque nos conocían demasiado y todos se pusieron en pie y lo dieron todo cuando entramos".
Como detalle, todos los invitados encontraron en su plato una tarjeta dibujada por Pilar, una de las mejores amigas de la novia y en ella escribieron un mensaje personalizado para cada uno de ellos. Además, para las embarazadas dejó unas tarjetas de Miss Dibujos y a una cumpleañera le dejó un cartelito en el que se podía leer "Felicidades". A dos amigas de la infancia que se casan próximamente les regalaron un marco de fotos con la foto de ellos cuando se prometieron y con los días que faltan para su boda. También tuvieron detalles con sus hermanos a quienes regalaron marcos con fotos familiares.
"Mi madre nos sorprendió contratando a Marta' s Lemon Pie y después del postre sacaron un carrito lleno de tartaletas que más nos gustan. Fue una especie de pica pica de tartaletas para todo el mundo. Entraron con una canción superchula y totalmente inesperada para nosotros".
Comentarios
Publicar un comentario